El agua para tomar es la vida después del aire para respirar. Ambos elementos son indispensables para que la especie humana y las demás criaturas que pueblan la tierra sigan vivas. Hasta los peces obtienen oxígeno del agua. Parece que a veces esa verdad tan elemental se nos escapara, o que no fuera asunto nuestro, sino que le dejáramos toda la responsabilidad a funcionarios grises y remotos de las entidades ambientales mundiales, incluyendo a las Naciones Unidas.
En la reunión reciente de la Asociación Colombiana de Ingeniería Sanitaria y Ambiental (Acodal), en Cartagena, el director del Ideam, Omar Franco, encendió la alarma porque en Colombia hay al menos 17,5 millones de personas inmediatamente vulnerables ante el cambio climático, que ya sucede todos los días. La entidad advirtió que en 2022 “la demanda de agua en el país pasará de 35.000 millones a 63.000 millones de metros cúbicos”, mientras perdemos todos los días 16 hectáreas de bosque (144 mil hectáreas anuales) ante la tala indiscriminada y arbitraria.
Franco tiene sentido común, y como lo sabe cualquier colombiano de entendimiento mediano, necesitamos más sitios para guardar agua, es decir, embalses, por los que hemos venido abogando en este espacio durante varios años, aunque los que sugiere Franco deben ser “multipropósito”, que suponemos quiere decir para acueductos, hidroeléctricas, riego agrícola racional, piscicultura y hasta para turismo nacional y extranjero.
Por supuesto, hacer embalses implica algún sacrificio, no solo del área inundada de por sí, sino del hábitat de algunas especies silvestres, pero nunca serán gratis los cambios a la naturaleza, aunque guardar agua sí tiene sentido y justifica los inconvenientes. Nadie puede vivir sin agua y esta comienza a escasear, aun en Colombia, uno de los países más ricos del mundo en este líquido precioso.
Como ya sabemos quienes habitamos las riberas de la bahía de Cartagena, la contaminación de la cuenca del Magdalena nos está envenenado el ambiente a muchos en el país, en nuestro caso con la carga de sedimentos y mercurio que entra por el canal del Dique procedente de la minería ilegal en el sur de Bolívar y en Antioquia, entre otros lugares.
Franco alertó que los ríos del país reciben 918.000 toneladas de contaminantes al año, “incluyendo 205 toneladas de mercurio”, además de 2.500 toneladas de fertilizantes y 11.000 de pesticidas. Según el Ideam, a 83% de 310 cabeceras municipales del país les podría faltar el agua.
En las inmediaciones de Cartagena hay donde hacer grandes represas que podrían ser abastecidas por la lluvia y por bombeo del canal del Dique en invierno, y en Montes de María hay muchas zonas en donde llenar embalses con lluvia.
Bolívar, entonces, debería ser una potencia no solo agrícola, sino de agua para potabilizar y para regar.
FUENTE: http://www.eluniversal.com.co/opinion/editorial/bolivar-emporio-de-agua-en-potencia-11133